Si en el cuerpo humano van descubriendo las ciencias biológicas, más
elementos y estructuraciones; en el alma, se adelantaron los místicos a
estudiar sectores que ni han explorado todavía los sicólogos, ni podrán
investigarlos sin la mística.
Para facilitar la inteligencia de
términos que hemos de emplear en los capítulos siguientes y con que han
de tropezar a menudo en las lecturas de místicos; expongamos antes la
estructura del : alma según los místicos de la entroversión.
Basada
en términos, frases y esbozos anteriores de místicos de SS. Padres y de
la Sagrada Escritura, fue elaborada esta estructura desde el siglo XIV,
por místicos experimentales y para declarar sus experiencias.
Es
clara, es práctica, se ha mantenido entre los místicos siguientes;
aunque al conjunto primitivo de Rusbnoquio, no le hayan faltado retoques
y complementos, matices y variedades posteriores.
El alma y
sus sectores: alma, razón y mente. - Propiedades de la mente. - Oficios
y aspectos de la mente. - La mente como esencia. - La mente como
naturaleza. - Actos de la mente. - Sus clases y órdenes.
1. Única y simplicísima en su ser y sustancia; se divide nuestra
alma, por sus operaciones y modos de obrar, en alma, razón y mente.
I. Alma. Comprende este sector lo biológico o vegetativo y lo
sensitivo, con la locomotriz. Al conocimiento sensitivo acompaña,
naturalmente la memoria sensitiva y el apetito sensitivo, concupiscible
e irascible, con los afectos y pasiones naturales que de ambos dimanan,
2. II. Razón. (Llamada también espíritu).
A la razón atribuyen las potencias espirituales, memoria, entendimiento
y voluntad.
Cuando atiende a lo natural y transitorio, es la razón
inferior; cuando mira a lo espiritual, eterno y divino, es la razón
superior, dicha también inteligencia.
EL MODO PROPIO DE LA
RAZON ES: 1, abstraer del fantasma.
2, concomitancia de imagen. 3, juzgar por
separación y composición. 4, proceder en
sus discursos y razonamientos, por comparación e hilazón.
5, subir a la contemplación intelectual, ya por razonamiento condensado,
ya por solo juicio con imagen (véase el apéndice anterior página 112 a
115).
3. EN LA RAZÓN RESPLANDECE LA SEMEJANZA CON DIOS por tres
partes: 1.a por la terna de potencias en la
unidad del alma; 2.a, por la unidad simultánea
de las potencias en sus operaciones; 3.a, por la
espiritualidad del conocimiento y por la libertad y dominio de sus
actos,
4. Las potencias de la razón o espíritu dimanan de
la mente y a la mente refluyen, como al sol los rayos (en frase de los
místicos antiguos), para unificarse en la desnuda simplicidad de la
mente.
5. III. Mente. Es lo más importante y lo más
delicado en la estructura del alma según los místicos de la
entroversión. Por eso pide declaraciones más completas y abundantes.
Para proceder con entera lucidez, conviene recordar con HUGO DE S:
VICTOR que «en las cosas espirituales e invisibles, decir lo supremo no
es señalar lo más íntimo de todo. Subir a Dios es, pues, entrar en si
mismo; y no sólo entrar, sino por modo inefable pasar en lo íntimo más
allá de sí mismo. Así que aquel sube de veras a Dios, que entrando en su
interior y penetrando en su más íntimo, pasa más allá de si mismo» (1).
6. Es, PUES, LA MENTE la esencia del alma en su mayor
sencillez y unidad: es la esencia y sustancia íntima del alma.
Por eso es lo más íntimo y profundo (el centro, fondo, morada interior,
recámara íntima, hondo) y a la vez es lo más alto del espíritu (el
ápice, cima, copa, cumbre de la mente o del alma):
La experiencia
mística descubrirá todavía en el castillo interior moradas más
interiores, hasta la central; en ese centro, nuevos centros más
profundos, hasta el último centro; en ese hondo irá penetrando más y más
en lo profundo, hasta las raíces últimas del espíritu.
La
experiencia mística hará subir en esa cima hasta lo más alto, hasta el
ápice final de la última cima, hasta la punta más fina de la mente.
La experiencia mística irá penetrando en esa esencia, hasta la
Última esencia; en esa sustancia, hasta la postrera base sustancial; en
esa unidad y sencillez, hasta el filo más agudo y delgado.
Porque
la diferencia y distancia que, entre las potencias y el fondo del alma
hacen descubrir las gracias místicas primeras, ésa y harto mayor, van
haciendo sentir los progresos de unión, en los planos que se van, en la
esencia y sustancia, descubriendo y palpando.
(1) «In spiritualibus et
invisibilibus, cum aliquid supremum dicitur..., intimum omnium
significatur. Ascendere ergo ad Deum, hoc est: intrare ad semetipsum, et
non solum intrare, sed ineffabili quodam modo, in intimis etiam seipsum
transire. Qui ergo seipsum, ut ita dicam, interius intrans et
intrinsecus penetrans, transcendit; ille veraciter ad Deum ascendit.» De
nanitate mundi, 2. PL. 176,. 715, B.
Con
estos prenotandos pasemos ya a los demás puntos de la mente.
7. Propiedades de la mente. Son tres fundamentales: a) Desnudez
sencilla, donde: 1) No hay potencias; que
se han reducido aquí en la unidad sencilla, en la simplicidad esencial
del alma. 2) No hay imágenes; que en esta
sencilla desnudez no penetra imagen alguna creada, está desnuda de toda
representación de criatura, es el centro desnudo del alma.
b)
Claridad espejal, donde reverbera Dios.
e) Centella del alma, que la
impulsa hacia Dios, la inclina y reclina en Dios, es la tendencia del
alma a su origen en Dios.
8. Oficios de la mente. En ella,
en la esencia y sustancia simple del alma:
a) Reside Dios; b) Se recibe la gracia
Santificante; e) Se obra la unión con
Dios. Aspectos de la mente. De dos maneras hay que considerarla: como
esencia y como naturaleza. A) LA MENTE
COMO ESENCIA. La mente como esencia o mente esenciada es la sustancia
del alma en sí, con su vida sobre esencial y unitiva, en que se
perfeccionan la vida activa y la contemplativa.
9. La mente
como esencia está unida con Dios natural y sobrenaturalmente.
Naturalmente la inmensidad divina penetra la mente. está en la mente más
íntima que lo está la mente en sí propia. La mente en su misma esencia,
sustancia y vida esencial, está colgada pegada, adherida a su Creador y
Conservador; quien, como tal, la está dando el ser y las tres
propiedades de la desnudez sencilla, claridad espejal y centella.
Esta unión natural con Dios es por si esencial, habitual y latente o
inconsciente. Pero se puede hacer actual y consciente por la desnudez
activa y la entroversión en la esencia de la mente, hasta sentir a Dios
como propensión natural y como ocio y quietud del alma.
10.
Sobrenaturalmente la, mente como esencia está unida con Dios por la
gracia Santificante, que se recibe en la mente y por la gracia es
elevada y sobre vencidas la mente en si misma y en sus tres propiedades.
También esta unión sobrenatural es habitual, latente e inconsciente:
se hace actual y consiente, cuando místicamente se hace sentir esa
presencia divina que trae la gracia y hace sentir sobre esenciadas las
tres propiedades de la mente.
11. Hermosura de la mente
esenciada. Imagen de la Trinidad. como centro desnudo, responde al
seno del Padre; como claridad espejal, responde al Verbo, imagen
sustancial reverberante; como centella, fuego unitivo que inclina a su
origen, responde al Espíritu Santo, amor unificante.
Por la
claridad espejal es la mente trasunto vivo del Verbo. Porque si en lo
natural su ser creado es impronta del Verbo, en lo sobrenatural, por la
gracia Santificante, es hecha partícipe de la filiación con la adopción
divina, y en lo místico, pone el Verbo su luz en la claridad espejal,
para ser de ella percibido, y con eso la hace un espíritu con el Padre,
asentando la desnudez sencilla en el seno desnudo del Padre; la hace una
luz con el Hijo, en unión de la luz iluminante con la luz iluminada; la
hace un amor con el Espíritu Santo, cuya llama hace arder a la centella,
al fuego unitivo de la mente.
Así Dios, Uno y Trino (con su vida
intima, consumada en la fruición del gozo infinito, al que no llega
operación creada), es en la mente, en el centro y hondo del afina, el
centro último, el hondo abisal, el reposo fruitivo de la mente. No le
posee en propiedad suya la mente; pero llega hasta El con la
contemplación infusa, reposa fruitivamente en El y tiende a poseerlo
hasta lo sumo con lo sumo de la contemplación, para seguir disfrutándolo
y tendiendo al reposo completo en la fruición beatifica (de la gloria).
12. B) LA MENTE COMO NATURALEZA. Porque la mente es principio
de operaciones: y no sólo remoto, en cuanto que de ella dimanan las
potencias naturales (le memoria, entendimiento y voluntad (1), sino
además es la mente principio próximo de operaciones, fuente inmediata
por si, misma, de actos propios, con modos propios y diferentes de los
modos de la razón. Por si misma la mente percibe, entiende, sabe, desea,
quiere, elige...; la mente se es por sí misma, memoria en la desnudez
sencilla, entendimiento en la claridad espejal, voluntad en la centella;
lleva en si misma la mente, como encerrada, incluida (involuta, como
dice S. Agustín) la virtud y eficacia para recordar, conocer y querer de
manera mas alta que las potencias de la razón.
13. Nótese bien
esta gradación: 1. Además de los actos
que ponen con los sentidos exteriores, tienen los sentidos interiores
sus actos propios y sus modos propios. 2.
Asimismo las potencias de la razón. además de los actos que ponen con
los sentidos, tienen ellas sus actos y sus modos de obrar propios y muy
superiores a los actos y modos de los sentidos.
3. De igual manera ocurre con la mente: pues además de obrar con las
potencias de la razón, se tiene la mente sus actos propios y sus modos
propios, distintos y superiores a los de las potencias.
14.
Como la razón y sus potencias se apoyan para sus actos en la obra de los
sentidos; pero con modos más elevados que los sentidos; así la
mente, para algunos actos, se apoya en la obra de la razón y de las
potencias; pero aun entonces es mas levado el modo de la mente que el de
la razón con sus potencias.
Los ACTOS DE LA MENTE: SUS CLASES Y
ÓRDENES. En los actos de
la mente podemos distinguir tres clases: los
apoyados en la razón. los atadores de la razón, los independientes pero
coexistentes con las actividades de la razón.
En los órdenes, cabe
discernir los de orden natural y los de orden superior.
15.
Clases de actos. Subiendo la escala tenemos en la mente: 1. Actos
apoyados en la razón. Así conoce la mente los actos de la razón y en
ellos se conoce la mente a sí misma, conoce el yo obrante, conoce a
Dios, conoce lo sobre sensible y lo puramente espiritual. El modo de
tales actos es en la mente intuición clara - confusa inmediata: así en
el llamado habitas principiorum con que descubre los principios supremos
ontológicos, lógicos y morales; así en la intuición de sí misma y del yo
obrante, ya por reflexión implícita o ya por reflexión explícita sobre
los actos de la razón.
16. 2.º
Actos atadores de la razón. Así podencos clasificar a los propios de
la contemplación infusa en el primer estadio místico, desde los albores
de la quietud y la concomitante ligadura de las potencias, hasta el
éxtasis inclusive. Atadas cada vez más las potencias llegan a quedar
borrada la memoria, ciego el entendimiento, sujeta la voluntad; más sola
cada vez la mente, percibe y ama ella sola, entiende y quiere ella sola.
El modo de tales actos es por inmediación palpable, por experiencia
inmediata de lo divino, intuición general y oscura; de poder creciente
según los grados de la Contemplación; hasta la hecha sin halo de imagen,
y por lo mismo, sin tiempo ni espacio.
A estos hay que añadir los
actos por rayo de luz interna: con ella, a veces con alguna imagen y a
veces sin halo de imagen, conoce estampado directamente en la mente
misma, con mirada sencillísima, percibiendo de un golpe sin confusión,
conjunto y pormenores: hasta muchedumbres de cosas a la vez, como rayo
que atraviesa pilas de placas superpuestas.
3.a Actos independientes y coexistentes con la actividad de la razón.
Tales son los actos de la contemplación infusa en el
segundo estado místico, cuando el matrimonio espiritual, como que divide
el alma en dos y la razón con sus actos y modos va rigiendo la vida de
acá, mientras la mente vive su vida divinizada con su luz infusa y
su amor infuso.
Para no alargar y complicar este esquema más de lo
necesario ahora a nuestro fin, omitimos los reflejos de los toques
substanciales sobre el percibir, etc., etc.
18. Ordenes de los
actos. De orden natural y ascético son, por si. los apoyados en la
razón; de orden místico son los independientes, pero coexistentes con la
actividad de la razón; los intermedios, los atadores de la razón, se dan
desde luego en orden místico; pero ¿pueden darse también de algún modo
en el orden natural y ascético según el modo de obrar de la mente? A
esta pregunta, sólo progresos nuevos de investigación podrán intentar
una respuesta.
19. Advertencia importante. Ahora bastará,
aunque de pasada, hacer notar y recalcar que cuando nos dicen los
místicos que se pierde el alma en Dios, que queda fuera el
entendimiento, lejos de significar, como pretenden ciertos sicólogos,
que ni siente, ni conoce, ni quiere; expresamente nos enseñan que
«resplandece en su centro una luz incomprensible, la cual, dando de hito
en hito en los ojos de la razón y del entendimiento, los oscurece; mas
queda abierto el ojo simplicísimo del alma, conviene a saber, el
pensamiento puro, desnudo y libre de toda imagen y levantado sobre el
entendimiento... De aquí es que, alcanzado ese conocimiento, descansa en
solo Dios, amable, puro. sencillísimo... Aquí recibe el alma la palabra
escondida, que Dios le habla en silencio interior y en lo más secreto
del alma... Digo, pues, que aquella alma enamorada de Dios se deshace y
desfallece en sí misma y como convertida en nada, se encierra en el
abismo del eterno amor, adonde, muerta a sí, vive en Dios, sin hacer
nada ni sentir nada más que aquel amor de que gusta» (1).